Pájaros de ciudad (José María Sánchez Álvaro, 1983) : Don´t go in the Blog!

jueves, 18 de octubre de 2007

Pájaros de ciudad (José María Sánchez Álvaro, 1983)


Muy peculiar película, bastante desconocida, del director madrileño José María Sánchez Álvaro. No dispongo de imágenes de la misma, y está complicado dar con una copia, así que para amenizar esto un poco utilizaré fotos del actor protagonista.


La cinta es un thriller que gira en torno a un amor de pareja enjaulado en la ciudad, bajo el juicio de los demás, perseguido … en la ciudad es difícil que surja el amor, y en cualquier caso, de darse, no puede durar. Los pájaros de ciudad proceden del campo, buscan una vida mejor, no obstante, sobreviven de lo que pueden: drogas, cruising, … ¿Pájaros o ratas de ciudad? Veremos.

Con música de Fabio Frizzi (colaborador habitual de Fulci), la ciudad de Madrid dota al film de elementos inquietantes: sus edificios, la tecnología, las grandes empresas que lo saben todo de uno, las ratas humanas con las que nos toca bregar, desconocidos que opinan sobre nosotros, que nos acechan…

Una mujer (Elena Rojo) acude a recoger a su pareja a la estación de Chamartín, desde una cabina telefónica casualmente presencia como su ex-marido mata de un disparo en la cabeza a un policía que le sigue. Tras un breve pero intenso encuentro en la propia cabina, se reavivan las ascuas, ella se sabe necesaria para que la fuga de su ex, el "economista asesino" (Giuliano Gemma), prospere.



Regresa a su apartamento y se dibuja a sí misma sobre el vaho del espejo del baño, algo pasa por su mente, lo tiene claro. Se desdibuja pasando las palmas de la mano sobre el resto del vaho y finalizando con una cruz que pone fin a una mujer, y da paso a otra: decide ayudar a su ex. Corta por teléfono con su actual pareja, y saca todo el dinero del banco. El cajero comenta: "Está usted distinta. ¿El corte de pelo? ¿El maquillaje? ¿Un perfume?". Su vida ha cobrado sentido, está enamorada, es otra.



Nuestro ex, el "economista asesino", es un tipo aparentemente normal, en la empresa siempre rindió a tope, pero un buen día enloqueció, y asesinó al jefazo de la organización americana General Corporation en unos baños públicos; por ese motivo lo buscan muerto. Es un individuo que se ha vuelto contra la jerarquía establecida, el gran José Luis López Vázquez, que trabaja para los americanos, comenta al respecto: "Muy típico en nuestros días". Los de la General Corporation cuentan además con Charlie, una gran máquina made in Japan, de rostro luminoso y capaz de seguir la pista y capturar a los "sediciosos".

La película está muy bien contada, destacaría también ese esteticismo que recuerda a los sofisticados gialli, por ejemplo con respecto al frecuente uso de dobles, bien sean muñecos o reflejos, sobre los espejos (los dibujos en el vaho, el economista afeitándose en unos banjos públicos, …), sobre las faces de los edificios, … En uno muy curioso la cámara va siguiendo el reflejo sobre un acristalado edificio de alguien que camina (presumiblemente en el edificio de enfrente, que no vemos), el reflejo sigue caminando hasta el borde del edificio y de pronto, en un golpe visual muy eficaz, desaparece, pareciéndonos que el caminante se hubiese salido del edificio y se esfumase, cuando en realidad el caminante real prosigue su camino en el de enfrente.

Se suceden varias escenas con personajes inquietantes que saben más de lo que parece, y que implacablemente invaden la privacidad de la pareja protagonista. Por ejemplo, la escena del vendedor ambulante de muñecas hinchables, que se le mete en el coche al "economista asesino" para intentar hacer negocio. Me encanta el bizarro plano en el que aparece la cara de este pordiosero junto a la cara de la muñeca hinchable, ¿sujetos pacientes comparables? El vendedor de muñecas ha visto mucho mundo, este tío conoce a la gente, le hace rápidamente una radiografía a nuestro prota: usted es un ser de oficina, el típico que se va de putas, …




La pareja come un bocadilllo en un parque, se confiesan mutuamente lo mal que les fue la relación de casados, él añade "en lo sexual, nunca decimos las cosas tal y como son"; no llegaban al orgasmo, él concretamente apunta al respecto: "Yo jodía; el orgasmo es otra cosa"… acto seguido tienen un picante detalle: él le ofrece de su bocadillo y justo cuando ella abre su boca le introduce el dedo índice, ella lo retiene y chupa sensualmente; otras personas en el parque observan lascivamente la situación. Ella le devuelve el detalle ofreciéndole del suyo e introduciéndole a su vez un dedo.



El Giuliano Gemma más sensual aparece con los pantalones remangados por encima de las rodillas, se relaja refrescándose los pies en una fuente artificial. Lo que parece una rata de ciudad, se aproxima para lavarse allí mismo. Se acabó el relax. Le ofrece de su jabón y ante la obvia desconfianza que muestra el economista, el pordiosero confiesa: "hace tiempo me culparon de un asunto turbio, poco después se supo que el culpable era otro y me soltaron, ¿pero, cómo qué fue otro? Pero si fui yo quien lo hizo!".

En su constante huida, nuestra pareja consigue colarse en un centro comercial cerrado, llegan a él transportados en un camión repleto de maniquíes, sí, incluso escondidos tienen que compartir espacio vital con "otros". La dirección de esta escena es impecable, íntima. La tienda está cerrada, pero tienen sexo en una cama en venta, por primera vez son capaces de comunicarse, ella le pide darse la vuelta, le pasa la mano por el culo, única parte del cuerpo de Giuliano que desgraciadamente esconden las sábanas en ese momento, y le manifiesta por primera vez: "Me encanta tu culo. Me encanta el culo de los hombres. Antes de divorciarnos en una ocasión incluso pensé en poseerte".


Aún en la cama, juegan con pistolas, ella descansa su cuerpo entre ese pedazo de piernas de Giuliano, disparan a los allí presentes, esos maniquíes que forman parte del expositor del centro comercial (metáfora de la gente acechante de carne y hueso que puebla la ciudad, que no deja de ser otro decorado artificial con mucho "dummy"). En esta escena también se insiste en la idea de que estamos permanentemente observados: el centro cuenta con cámaras, desde la sala que aloja a Charlie, made in Japan, José Luis López Vázquez y otros individuos contemplan voyeurísticamente las escenas de amor libre que goza por primera vez esta pareja.

Gracias al circuito de aire acondicionado del centro comercial, se ordena expeler un gas para que nuestros protagonistas se vean obligados a evacuar. Fuera en la calle, les aguardan para acribillarlos, les observan mientras se dan a la fuga por la escalera de incendios, el armazón de la misma visualmente los encarcela, por las escaleras bajan 2 parejas: la real y la reflejada.


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